sábado, 17 de agosto de 2013

CRISIS DE ANSIEDAD


Pasar por esa experiencia implica una circunstancia de mucho miedo y terror para el sujeto, sufrimiento. De ahí que quién lo ha vivido desarrolla la mayoría de las veces una fobia por si les repite, en ocasiones añadida a la fobia que ya tenían. 

Cuando la persona tiene la crisis de ansiedad, suele acabar en el servicio de urgencias hospitalarias, allí les suelen medicar para el momento y generalmente les recomiendan la necesidad de Terapia Psicológica, que lo suele aplicar el psicólogo especialista en Psicología Clínica, este suele diseñar un conjunto de medidas y estrategias personalizadas en función de las características específicas de cada paciente, y generalmente suele dar buen resultado, mejorando el paciente  y llegando a tener mejor calidad de vida.

Cuando una persona sufre una crisis de ansiedad, vive un tremendo calvario ya que pasan los días y tiene esa preocupación importante de si se le vuelve a repetir, cómo y dónde se le presentará, andando, con mucha gente delante, conduciendo, subiendo una escalera, con estos pensamientos acompañando acaban muy angustiados.


Es más frecuente que le aparezca a personas que tienen determinadas fobias como a los ascensores, a las enfermedades, fobia social, situaciones de sangre o accidentes, entre otras. Algunas veces no existen fobias en particular sino que es una persona con miedos generalizados, a la vida, a la muerte, las enfermedades, etc…

También puede presentarse en situaciones y o lugares no temidos, de forma inesperada aparece sin saber por qué, comienza la crisis de ansiedad y llegan al trastorno de pánico en unos minutos. Por ello luego les queda el temor a esa pérdida de control.  Se suele presentar de forma repentina, vehemente, y durar según los casos de entre tres a diez minutos e incluso llegar a treinta minutos.

Es una reacción de malestar agudo, miedo, pensamientos de que se puede morir, que se están volviendo locos y acabarán en un psiquiátrico, creen que les está dando un infarto o que se están ahogando, que están gravemente enfermos, a veces se caen al suelo como si fuera un maréo.

Generalmente se acompaña de varios de los síntomas corporales siguientes, respiración acelerada (hiperventilación), sensación urgente de ir al baño, sensación de ahogo, atraganto, nauseas, sofocos, falta de aire, opresión en el pecho, palpitaciones, sudoración, escalofríos, dolores abdominales, miedo a morir, a volverse loco, a perder el control, también pueden estar presentes sacudidas y temblores, hormigueo, hipersensibilidad a los latidos cardíacos que les suenan con mucha potencia, entre otros. 

Y pensamientos de desrealización como si estuviera separado de lo que le está rodeando en ese momento.  

Las situaciones en las que se puede presentar son variadas, pueden ser en ocasiones de mayor tensión y nervios o no, en la calle o en casa, con gente o con amigos, en lugares cerrados o abiertos.

Las personas con esta psicopatología pueden presentar síntomas muy variados, pero son comunes el pensar que algo terrible les está ocurriendo, que se mueren, que les da un infarto o que se vuelven locos y lo creen con toda la contundencia de realidad. 

El paciente tiene que saber que afortunadamente todos estos pensamientos son eso, pensamientos dramáticos, puesto que las enfermedades temidas no aparecen.

Importa mucho para el paciente, ir a terapia psicológica para poder hacerle frente y no salir huyendo, ya que la vida se haría más difícil a largo plazo por la angustia anticipatoria que con frecuencia sufrirá, por otro lado como se vuelven muy sensibles a las modificaciones corporales, reafirman con ello la posibilidad de que le vuelva  a ocurrir. 

Al paciente le interesa especialmente saber y conocer qué le ha estado pasando, evolucionar psicológicamente para que no le vuelva a ocurrir y evitar que la crisis se mantenga y vuelva a aparecer.