sábado, 20 de julio de 2013

¿BISEXUAL YO?



Sí, si tiene Ud. Suerte. A lo largo de la historia, los sabios de la humanidad argumentaban que la felicidad, la paz, la satisfacción, están en el equilibrio. Asunto algo difícil de alcanzar pero no imposible. Pues bien, si para conseguir ese equilibrio, el ser humano necesita haber desarrollado y evolucionado con los diversos componentes, o factores o áreas de personalidad, está claro que se necesita ir creciendo llevando a todos esos aspectos de la mano. 

Uno bien puede ser un brillante orador, que como no haya alcanzado un mínimo equilibrio emocional, en amores puede sufrir un infierno. Igualmente hay ingenieros, o empresarios, un largo etc… que si bien trabajando “geniales”, en habilidades sociales, o cuestiones intrapersonales, ni idea. 

Parece que las cualidades entendidas a lo largo de los años “masculinas”, como la fuerza, la capacidad de lucha, la agresividad, la dureza, la capacidad de mando, el poder; y a su vez las otorgadas a lo “femenino”, como la ternura, el cariño, la sensibilidad, el afecto, la sensualidad, el amor, el cuidado de los hijos y otras… constituyen de forma integrada, los componentes de una persona más evolucionada. 

Cuando ya se ha demostrado que para disfrutar de un mayor equilibrio, satisfacción, autorrealización, la persona necesita armonizar tanto las características de lo masculino, con las otras de lo femenino, véase la ternura –en su momento- con la capacidad de luchar en la vida; o la capacidad de mando y organización con la sensibilidad; no beneficiaría para nada, tratar de crecer exclusivamente en las tradicionales, limitándose a las categorizadas según el género, siglos atrás. 

El año 2010, no es como el 1680, y las personas tampoco. Como demuestran todos los psicólogos interaccionistas. Si bien los valores humanos permanecen: el amor, la comprensión, la tolerancia, la paz………..; los modos y la manera para llevarlos a cabo ha variado, al menos en su forma. Y la esencia y la forma están intrínsicamente unidas, pero también ambas, en interacción con el entorno (1970, Ludwig von Bertalanffy). 

Hoy en día, la evolución de la humanidad va por unos horizontes más variados, donde por lo que se viene constatando, un hombre, bien que sea luchador y que le guste el poder, pero las mujeres disfrutarán más a su lado si también es tierno, poeta y sensual. A su vez equivalente en las mujeres. Por ello, el ser humano, que necesita moverse en un mundo complejo, interactuar con el medio en variados niveles, lo tendrá más fácil y más real si pone su intención (Wayne W. Dyer), en desarrollar todas sus cualidades, ampliando su mente en todas las direcciones. 

Hoy sería una tara ponerle el límite a alguien utilizando actitudes educativas en la línea de: “eso es de niñas”, o no hagas eso que  es de “marimachos”. Parece que la delimitación: hombres, mujeres, ya forma parte de la historia pasada. Las personas, o sea los seres humanos, tienen derecho en la vida a ir decidiendo –el derecho a la libertad e independencia- al menos en lo personal e íntimo, sobre su vida -¿Quién si no? ¿el padre, la madre, los vecinos, los amigos, a quién preguntamos para que nos de permiso?, ¡incluso siendo mayores!. 

La preocupación por mantener una demarcación clara hombres mujeres, ya ha variado. Hoy es una evidente realidad guste o no, que haya personas diferentes en cuanto a la elección de su amor hacia el mismo género o hacia el otro, esto, siempre existió por ello digo “hoy es evidente”. Y como tal es una oportunidad para que los ciudadanos coetáneos aprendamos algo más sobre la comprensión, la tolerancia, el respeto y el amor hacia otros seres humanos, diferentes sí, pero por qué no, muy respetables. ¿Son personas: sí?; entonces de donde viene tanto incomodo.

Parece según decía Freud que esos malestares de algunas personas, hasta pueden venir de los propios conflictos sin resolver que algunos tienen. En este caso estarían en relación con su propia identidad sexual, y otros problemas, de ahí que se pongan tan irritados cuando aparezcan  asuntos de gays, lesbianas y otros en esa línea. No obstante mientras estemos vivos y con un poco de suerte siempre estaremos aprendiendo, y por qué no, resolviendo conflictos. Que los demás, intenten mandar, incluso sobre los sentimientos más íntimos de cada uno, permitiéndose decir que amar o no amar a alguien esté bien o mal, es demasiado. 

Ello hace suponer que hay gente que cree que tiene el poder de las vidas de los demás, y que antes de nada hay que ir a preguntar si da permiso de vida para ver si un hombre se puede enamorar de otro, o temas así. Los seres espirituales que somos, en el recorrido por este mundo terrenal, parece que hemos venido a aprender, sobre todo, y a desplegar en el recorrido, transmitiendo de generación en generación, lo que se llaman los valores humanos, como la paz, el amor, la comprensión, la tolerancia………..y otros muchos…….., y sobre todo el respeto por los demás –base de la democracia-. 

Para respetar a alguien hay que conocerle y si eso es difícil, al menos y sobre todo entender la diversidad humana. Sí, que otros diferentes a uno tienen derecho a existir y desde luego, sin pedirnos permiso, sólo faltaba. Hoy ya no se puede aplicar el etnocentrismo tribal de “quien no sea como yo y los de mi tribu, ya es raro o es enemigo o algo le pasa”. La globalidad es eso, todos tenemos espacio en este universo, por supuesto, incluso aunque uno sea diferente, respetando a otros. 

La irritación por lo diferente, las descalificaciones, atribuir cualidades malignas o negativas, a gente diferente, son modos de comportamiento no solo tribales, ancestrales, sino del narciso perverso –acosador psicológico; sólo él es perfecto, son los demás los que tienen problemas-, y desde luego modos nada democráticos. Parece incluso que hasta en el lenguaje de la Biblia y en el Evangelio –doctores tiene la iglesia- se alude que todos somos hijos de Dios, y todos formamos parte del universo, lo queramos o no. Si empezamos a descalificar, unos porque son árabes, otras porque son lesbianas, otros porque viven en Sudamérica, otros porque son de aquella manera, al final no queda nadie.

Todos formamos parte del mundo. Como sugerencia (dicho con la libertad de que quién quiera lo tome y quien no lo deje, y sobre todo en la suposición de que todos somos diferentes y la diversidad y con ella las discrepancias forman parte de la realidad), cuando algo o alguien diferente para el pequeño universo en el que se mueve cada uno, llama la atención o incomoda, en lugar de descalificar y escandalizarse y atacar, y argumentar que tenía que haber hecho, o tenía que haber dicho…….., entenderlo mejor como que es una oportunidad para evolucionar y crecer y preguntarse como está nuestro interior: tenemos en nuestra clasificación particular de seres humanos a cuantas tipologías?, cuatro?, diez?, o estamos abiertos a respetar todas las posibilidades? (Louise L. Hay). 

La persona que tenga una restringida mente (y que también sólo faltaba, tiene derecho a la vida) y en su clasificación particular haya pocos tipos “correctos”, sufrirá bastante y criticará, atacará, descalificará bastante.

Cuando se trata del respeto y de aplicar ese valor humano de verdad, no se trata sólo de los casos de conocidos y poco más. Se trata de aplicarlo en serio, con compromiso, incluso con personas o situaciones que supongan un reto para uno.

Comodidad y evolución, o sea, pasividad y crecimiento, no van de la mano. Los desafíos, las crisis, lo nuevo, los retos, transformar esquemas mentales, modificar creencias ancestrales. Ahí está el paso adelante, fluír con la vida (Kübler-Ross).