sábado, 6 de abril de 2013

LOS MAYORES Y LA SOLEDAD


Un 14% de las personas mayores viven solas. Estar solo por decisión propia puede ser un placer, pero estar y sentirse solo porque uno no tiene más remedio, o no sabe como hacer para encontrar compañía, puede llegar a ser muy penoso.

Aunque el 70 por ciento de las personas con edades comprendidas entre 65 y 69 años; y el 60 de las de más de 80 aseguran no sentirse solas, hay aproximadamente un 14 %  que sí, según últimos estudios del Inserso. Según este informe,  es un sentimiento doloroso para el 22 por ciento de los mayores. El género y el estado civil influyen en este sentimiento.
La soledad y tristeza puede llegar a suponer, tanto a corto como a largo plazo, un problema importante, ante la cronificación de sus manifestaciones más directas como pérdida de apetito, aislamiento, y por otro lado las consecuencias derivadas del padecimiento del problema como pueden ser  la apatía, dejadez, que pueden provocar en el cuidador sentimientos de enfado, irritabilidad, preocupación. 
Con la soledad, la persona tiene menos afecto, menos distracción y diversión. Esta situación prolongada en el tiempo, causa una gran tristeza.
Entre las causas de la tristeza  pueden  estar, la disminución del número de actividades que a la persona le resultan placenteras y que contribuyen en gran medida al aislamiento, a la soledad y, por tanto, al sentimiento de tristeza. En general pueden darse situaciones de disminución o pérdida de contacto con amigos y conocidos; disminución de opciones para llevar a cabo determinadas actividades, de movilidad, de actividades fuera del domicilio, de autoestima entre otras.
Cuando además se da el caso de que la persona sufra una enfermedad que provoque dependencia, esto se agrava.

La soledad y la tristeza llevan a la DEPRESIÓN CRÓNICA cuando la situación se prolonga. La presencia de trastornos depresivos y ansiosos en las personas mayores aumenta el riesgo de muerte prematura por incremento de enfermedades somáticas y disminución de defensas. Esta circunstancia, apuntan los expertos, disminuye de forma notable su calidad de vida, empeora sus rendimientos e incrementa el riesgo de suicidio y el uso "desproporcionado" de los servicios médicos.
Es frecuente en las personas mayores confundir los trastornos depresivos y/o ansiosos con el envejecimiento normal,  o el duelo por la persona querida.