viernes, 14 de diciembre de 2012

LOS HIJOS DE PADRES SEPARADOS




Sí, es cierto que los padres también tienen derecho a ser felices, y ante una situación de separación es probable que ya hayan hecho lo que podían y lo que sabían para evitarlo y ello no fue posible. Con la separación tienen la oportunidad de canalizar sus vidas con esperanza y el entusiasmo de volver a encontrar el amor y construir su “felicidad” de nuevo. Otro tema es el de los hijos. Esta experiencia de separación produce en los hijos, en general, mucho sufrimiento. Es cierto que si en esa familia ya existía el desamor, discusiones y conflictos, todo ello también ocasiona múltiples problemas en la prole, y en este caso continuar juntos implica prolongar el drama. 

Para un hijo supone la ruptura de sus esquemas vitales, de su seguridad, de su mundo de referencia que se transforma y viven en la distancia de un progenitor y la mayor parte del tiempo con el otro. Se sienten abandonados, con tristeza, temores y con sentimientos de desprotección, depresión y culpas. Puede ser que a veces parezca que lo han asumido y no presenten mayores conflictos pero en otras ocasiones el dolor queda enquistado y posteriormente en otra etapa de la vida les puede aflorar y manifestarse el drama vivido con diversidad de síntomas, a los cuales conviene atender cuanto antes para que construyan su personalidad, en el caso de que sean menores de la forma más saludable y equilibrada, y si son mayores para que el impacto sea lo menos desestabilizador posible. 

Las manifestaciones predominantes hasta la edad de dos años, pueden ser de irritabilidad, caprichos, berrinches, tristeza, ausencias, variaciones en el sueño, en el apetito y manifestación de enfermedades variadas.  En los siguientes años además de esto mismo se puede presentar el volver a orinarse, comportamientos obsesivos, rituales, excesiva responsabilidad, y así al ir creciendo pueden tener importantes dificultades escolares, de relaciones y con actitudes rebeldes hacia los padres. A veces aprovechándose de lealtades y conflictos entre sus padres, les manipulan para conseguir caprichos o incluso a veces se vengan, con su impotencia, rabia y resentimiento tratando de enfrentarles. 

En el caso de adolescentes sufren estos episodios de forma importante ya que puede haber un bloqueo en el desarrollo de su propia autonomía e incluso su desarrollo psico-sexual, por el desmoronamiento que puede producir la propia inestabilidad de sus padres. En algunas ocasiones se sienten tan responsables y preocupados por el estado emocional de estos, que lo experimentan como prioridad y posponen o relegan sus estudios para darles el cariño que perciben que les falta, e incluso a veces se sienten tan culpables por la situación de separación que sufren por no saber componerla de nuevo, como si fuera competencia de los propios hijos. 

En general a los padres les conviene tener en cuenta que lo que digan será tenido en la memoria para siempre. Lo primero, pedirles perdón por causarles ese sufrimiento, comunicándolo con amor y si puede ser ambos padres juntos y si hay más de un hijo, a todos a la vez. En circunstancias complejas y de sufrimiento como esta, se pueden cultivar y transmitir valores humanos también. Hablar a los hijos de las cualidades humanas que se percibieron ambos, además de los posibles defectos, es también ayudarles a madurar. Anticipar situaciones para planificar lo conveniente, antes de dar lugar a malentendidos y problemas. Dialogo apropiado a la etapa evolutiva de los hijos, compromiso y negociación civilizada, mantener las promesas, evitar siempre hablar mal del otro progenitor ya que es y será para toda la vida “su” padre o “su” madre. Explicarles que el problema no ha sido por ellos, los hijos, sino entre el propio padre y la madre. Todo este esfuerzo ayuda a crear actitudes positivas en las vidas de toda la familia favoreciendo el crecimiento y desarrollo de más paz y energía para continuar.