viernes, 14 de diciembre de 2012

LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA Y FÍSICA



El maltrato psicológico (Marie France Hirigoyen, 1999) comprende abusos de toda índole, sexuales, manipulaciones, amenazas, intimidaciones, desprecios, insultos, gritos, humillaciones, frialdad afectiva, aislamiento; llega a ser muy grave y deteriorante para la persona que lo sufre puesto que se mantiene durante largo plazo y va siendo progresivo. 

La persona maltratada suele recibir estas agresiones de forma continuada. En general si la víctima tiene una autoimagen negativa, y falta de confianza, trata de agradar al agresor y ello alimenta el ciclo de destrucción, ya que este se vuelve más agresivo. A veces la persona acosada se enfrenta y ello incrementa el bucle de la violencia. 

En estos casos lo más recomendable sería establecer unas condiciones y si no se cumplen tratar de alejarse lo más posible de la pareja; a veces por sus características de baja autoestima, les es muy difícil, por ello necesitan terapia psicológica para poder superar la dependencia. 

Esta etapa de destrucción psicológica, es fácil que se suceda por otra con violencia física, componente que va incrementando la gravedad de la situación. 

Seguidamente el agresor pide perdón y realiza múltiples promesas de que ya no volverá a ocurrir, mostrando un aparente remordimiento, le hace algún detalle, regalo etc. y con ello su arrepentimiento le parece creíble al agredido. 

Todos estos aspectos, la víctima los cree una y otra vez, siempre perdona y comienza a desarrollar una esperanza de que todo cambiará e irá a  mejor. Pero los comportamientos se repiten, y con ello la violencia va en aumento, (1) “las víctimas tienen un gran sentimiento de lealtad hacia sus maltratadores que relacionado con las culpas les lleva a sentir la necesidad de ayudarlos incluso aunque sepan de antemano que pueden ser agredidos de nuevo”.

A veces las intimidaciones han sido tan contundentes que la víctima ha llegado a recibir amenazas de muerte tanto para sí como para su familia, y hacia la destrucción de sus bienes o patrimonio. El hecho de que la víctima haya recibido golpes, empujones e incluso en muchas ocasiones se haya llegado a poner una denuncia por malos tratos, y tener que retirarla por estas amenazas, lleva a la víctima a creer que una persona tan destructiva y agresiva y capaz de golpear, puede realmente matarla o matar a los familiares.

Con todo ello, el poder que ejerce la persona violenta sobre la víctima es tan fuerte que la persona maltratada se ve incluida en una trampa, un círculo mortal. En múltiples ocasiones cuando la víctima se queja a la familia se le dice que es mejor que lo arreglen, que siempre hay que aguantar, o más grave aún, que se metan con las características psicológicas de la víctima, que si tú eres así o de la otra manera. 

Y Precisamente esto es un importante detonante para las culpas y por esta razón en múltiples ocasiones la persona agredida psicológica y/o físicamente, cree que es ella la rara, la que está provocando todo. 

Esta situación tan compleja y progresiva a lo largo del tiempo va consiguiendo en la víctima una desestructuración psicológica, estrés, depresión, fobias, obsesiones etc., se va desmoronando y sintiendo una impotencia muy grave. 

En general el agresor, narciso perverso, sufre un retraso cultural y humano, no ha desarrollado valores como la empatía, la comprensión, tolerancia, respeto por los demás, mínimamente. En conjunto este tipo de relaciones conlleva el desarrollo de múltiples enfermedades de toda índole y puede decirse que el precio que paga por ello la sanidad pública es muy alto. 

El ser víctima le supone a la persona un infierno, una vida horrible e incluso también conlleva un estado psicológico tan deteriorado que puede acabar en el suicidio, de forma activa o pasiva, (2) El objetivo de los malos tratos es destruir la integridad de la víctima hasta dejarla al borde de la muerte”. (1) y (2), Jesper Juul (2010), en su libro “Su hijo, una persona competente”.